Por: Daniel A. Uicab Alonzo
Acotar el fuero militar demandan varios sectores del país. Legisladores dicen que una reforma al Código de Justicia Militar supone una manifiesta voluntad del Gobierno en su responsabilidad por el respeto, defensa y garantía de los derechos humanos, y el acatamiento a las obligaciones internacionales contraídas por el Estado Mexicano.
No es de ahora. Desde la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en 1990, se ha intentado penetrar esta cultura hasta las instituciones castrenses para reprimir los abusos de militares, y más ahora que marinos y soldados han salido de sus cuarteles para sumarse a la lucha contra la delincuencia organizada.
En esta coyuntura, muchas voces exigen el retiro de las tropas de las calles arguyendo la inconstitucionalidad de involucrarlos en la lucha contra la delincuencia, pero ignoran, o pretenden ignorar, que las Fuerzas Armadas actúan para garantizar la seguridad interior y la defensa exterior del país, además de apoyar a la población civil en casos y zonas de desastre.
Recientemente, Human Rights Watch denunció la existencia de unos cinco mil casos de abusos cometidos por personal castrense y, esgrimiendo esta cifra, exige a la Suprema Corte de Justicia acotar el fuero y con ello llevar a juicios civiles a militares que cometan delitos de ese orden, algo que ya existe en el Código castrense. En eso están los ministros.
Sin embargo, poco se habla de un Ombudsman para las Fuerzas Armadas, porque también existen abusos al interior de las instituciones militares. Quien se atrevió a proponer esta figura, el general José Francisco Gallardo, fue encarcelado en 1993 acusado de delitos como malversación, destrucción de lo perteneciente al Ejército y enriquecimiento ilícito.
Gallardo fue liberado ocho años después, y en 2009 se postuló para dirigir la CNDH.
Hace falta otro Gallardo, o el mismo, para impulsar la creación del Ombudsman militar en paralelo a las reformas para acotar el fuero que tanto escozor causa a los civiles.
Nota: Publicado el 10 de agosto de 2012 en mi columna Acaecimientos, en el periódico Milenio Novedades, y en la página SIPSE.com
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