Por: Daniel Uicab Alonzo
Hasta
hace unos 20 años, la Cartilla del Servicio Militar Nacional (SMN) liberada era
un requisito indispensable para realizar varios trámites, entre ellos, viajar
al extranjero, conseguir empleo, registrar título y cédula profesional o
casarse por el civil.
Creada
en 1938 y promulgada en 1940, la Ley del Servicio Militar Nacional declaró
“obligatorio y de orden público el servicio de las armas para todos los
mexicanos” (varones); en 1942 entró en vigor y la primera generación de
conscriptos la integraron los nacidos en 1924.
En
los años 60 y 70, era común ver los domingos a cientos de jóvenes uniformados
de caqui, botas y cuartelera acudir a
“marchar” para obtener la liberación de la Cartilla, que luego se exhibía como
timbre de orgullo.
En
instalaciones militares y navales recibían acondicionamiento físico,
instrucción de orden cerrado, ética y legislación militar, y manejo de
armamento reglamentario. Se juraba Bandera el 5 de Mayo. Todos acudían
impecables ese día, y también el de la liberación.
Todos
los jóvenes que liberaban sus cartillas integraban (como hasta ahora) las
reservas del Ejército y la Marina. La Armada incluso llegó a tener Compañías
del SMN integradas por voluntarios, que acudían a las sesiones de instrucción
portando uniformes y sus grados honoríficos. Muchos optaron por darse de alta.
Sin
duda, el SMN –que desde 1980 se realiza los sábados– ha perdido su esencia:
ahora básicamente se trata de servicio social, el adiestramiento con armas pasó
a segundo plano. Los conscriptos portan playera blanca, pantalón de mezclilla y
gorra con las abreviaturas SMN. Además, gran número de jóvenes que llegan a los
18 años no cumple con el servicio gracias a que en el sorteo obtienen bola
negra que los deja “en reserva”.
Quizás
por eso la Sedena convoca ahora a obtener la liberación de la cartilla en tres
meses en sus cuarteles (de lunes a sábado), otorgando a los interesados 130
pesos semanales. Consideramos que esta medida busca motivar a los jóvenes a
abrazar la carrera de las armas, y servirá al Ejército como un primer filtro
para seleccionar a quienes tengan aptitud y vocación para la milicia.
De
hecho, la Ley del SMN también establece otra forma de liberación: servir en el
Ejército o la Marina un año en filas. Hubo muchos que con esta intención
ingresamos a las Fuerzas Armadas… y nos
quedamos toda una vida.
¡Feliz
año 2014!
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* * * *
Anexo
"1"
Pasaporte
para lo prohibido
Cuando
somos adolescentes corremos prisa por llegar a la mayoría de edad. Lo que ahora
es una urgencia por obtener la credencial del IFE, que demuestra que ya somos
ciudadanos, antes lo era con la Cartilla del Servicio Militar Nacional.
Para
los jóvenes de mi generación, tener la Cartilla era como poseer un pasaporte
para lo ‘prohibido’ de aquel entonces: entrar al billar, a la cantina, al cine
de ‘ficheras’ o… al burlesque. Sentirnos hombres, pues.
–¿Ya
tienes cartilla, chamaco? –preguntaban quienes franqueaban la entrada a esos
lugares.
Confieso
que nunca necesité de mi Cartilla. Me bastó con la credencial de la Armada,
como hasta la fecha.
Recuerdo
que todo el trámite para obtener la Cartilla lo hicieron por mí en la Escuela
de Grumetes de la Armada, en Veracruz. Todos éramos anticipados, pues teníamos
entre 16 y 17 años.
Un
día nos llamaron a cada uno, firmamos el
documento, estampamos la huella y nunca más volví a verla sino hasta 1994
cuando, comisionado en la Secretaría de Marina, la solicité y me la entregaron
liberada… habían pasado 21 años desde que llegué “solo un año para liberarla”.
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Nota: Publicado el 3 de enero de 20114 en mi columna Acaecimientos, en el periódico Milenio Novedades, y en la página SIPSE.com