14 de febrero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo
En
cualquier ámbito laboral uno de los deseos de los trabajadores es obtener un
ascenso, que representa no sólo aumento salarial, sino una mejor posición y el
deseo natural de ir escalando posiciones, lo que también beneficia en la
jubilación. En las fuerzas armadas esto va más allá, pues el ascenso es
consustancial a la milicia: portar un grado confiere poder -en el amplio y
estricto sentido de la palabra-, indispensable para el ejercicio del mando.
Hasta
antes de las recientes reformas de 2013 a la Ley del Instituto de Seguridad
Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (Issfam), los militares que llegaban
a la edad de retiro –igual que quienes
lo solicitaban voluntariamente– podían ascender al grado inmediato, siempre y
cuando cumplieran cierta antigüedad en la jerarquía que ostentaban.
Lo
anterior les daba derecho a portar las insignias del grado con que pasaban a
retiro. Pero el artículo 16 del Reglamento de la Ley del Issfam señala: “Para
efectos del artículo 27 de la Ley, el ascenso al grado inmediato será únicamente
para el cálculo y el otorgamiento del beneficio económico correspondiente,
conservando para todos los demás efectos el grado que se haya conferido al
militar en términos de la Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza
Aérea Mexicanos” o de la Ley de Ascensos de la Armada de México, según
corresponda.
Esto
implica que en las credenciales de identidad militar que se expiden al personal
retirado se le considere con el grado que ostentó en el activo, no con el que
asciende “para efectos…”
Si
bien es importante cobrar el haber de retiro con el grado inmediato superior,
también lo es ostentarlo, pues trae implícitas las atenciones y consideraciones
a la nueva jerarquía. Ahora, quienes asciendan a mayores (capitanes de corbeta
en la Armada) no evitarán el pase de “revista”, y los sargentos primeros que
asciendan a subtenientes no podrán portar armas, un derecho que se otorga a
partir de oficiales.
Hay
inconformidades sobre esa y otras reformas a la ley del Issfam. Ojalá y los
secretarios de Defensa y de Marina escuchen estas demandas justas, derechos
ganados en el activo, desde donde se sirvió a la sociedad y a la Patria.
Anexo
"1"
El descenso de “El Toby”
Es
tal la importancia de los grados en el Ejército y la Armada, que muchos esperan
unos años más para tener derecho a retirarse con el inmediato. Particularmente
cobran relevancia los ascensos a mayor (capitán de corbeta) y a general de
brigada (contralmirante).
Cuando
recién la Marina abrió su escalafón al personal de Escala de Mar (formados
desde tropa), la aspiración máxima era portar la estrella de capitanes de
corbeta, y aspirar, para efectos de retiro, a la segunda de capitanes de
fragata.
Y
va la anécdota: Por el año 1985, hubo en el Centro de Capacitación de la Armada
(Cen-Cap), en Veracruz, un Teniente de Navío despensero apodado “El Toby”
(realmente no recuerdo el nombre), apreciado por los mandos y, en especial por
el entonces director a quien agasajaba con suculentos desayunos veracruzanos
para sus frecuentes invitados.
Como
es tradición, el 20 de noviembre de ese año se confirieron los ascensos y El
Toby llegó al día siguiente luciendo uniforme, palas y gorra con laureles
correspondiente a los capitanes de corbeta, pero poco le duró el gusto, algo
pasó… no sé bien a bien si fue error o una broma que le jugaron, el caso es que
días después El Toby volvió a lucir sus insignias de Teniente de Navío, aunque
ya no lo vimos tan bonachón como siempre.
Seguramente
El Toby se fue de retiro con su estrella, pero siempre recordará el mal rato
que le hicieron pasar ese año del terremoto en México.
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Nota: Publicado el 14 de febrero de 2014 en el periódico
Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com.