lunes, 9 de julio de 2012

Ya lo superé


Por: Daniel A. Uicab Alonzo
Lo viví siendo un niño, en ciudad Nezahualcóyotl, entre 1969 y 1970. Día de elecciones. En una esquina de la avenida José del Pilar de la colonia Juárez Pantitlán; a las puertas de una fábrica de carriolas se instaló la casilla para votaciones. El candidato del PRI a presidente municipal era un hombre de apellido Barquín.

Ahí, en una soleada mañana de julio, un hombre rellenaba con votos (a favor del PRI, claro) la urna… y ni los "representantes" de la casilla ni alguno de los pocos ciudadanos que asistía a sufragar protestaba. Eran los tiempos en que se escuchaba la frase “para qué votamos si ya sabemos que va a ganar el PRI”. A mi corta edad no entendía bien a bien los términos “carro completo”, “operación carrusel”, “ratón loco” y otros eufemismos con los que se daba a entender las trampas de que se valía el partido tricolor para seguir en el poder. Por supuesto, no existía el IFE, las elecciones las organizaba el Gobierno, de ahí que era predecible la victoria de sus candidatos.



Instalación de casilla en Mérida, Yuc., el pasado 1 de julio de 2012. (SIPSE)

Ahora es diferente, el Instituto Federal Electoral, un organismo formado por ciudadanos y en el que participan representantes de los partidos, organizan y llevan a cabo las elecciones. No hay, por lo menos, ese relleno de urnas ofensivo que viví de niño, ni el carro completo del que se ufanaban los priistas; tampoco la corrupción rampante de servidores públicos.

Cuatro sexenios priistas los viví enrolado en la Armada, de Luis Echeverría a Ernesto Zedillo. Pasaron sin que cambiara del todo aquel partido hegemónico, avasallador en las elecciones, el que dejaba cada final de sexenio un país endeudado y con mayor desigualdad social, con políticos más ricos y muchos, muchos pobres.

Como civil me ha tocado ver más de cerca dos administraciones panistas. La primera, de Vicente Fox, perdida por su incontinencia verbal y sus desaciertos en política, además del protagonismo de su esposa Marta. A Felipe Calderón es temprano aún para juzgarlo; tengo para mí  que el juicio de la historia será positivo; después de todo, quien ha vivido más medio siglo puede tener algo de experiencia.

Yucatán es mi punto de comparación. Aquí, ganó la gubernatura el priista Rolando Zapata Bello, y la presidencia municipal de Mérida fue recuperada por el panista Renán Barrera Concha, lo cual permitirá que haya un equilibrio de fuerzas. No me gusta que Angélica Araujo llegue al Senado por la vía plurinominal, no obstante haber perdido en campaña y hacer, a mi juicio, un mal trabajo en Mérida. Hubiera preferido que nuestro representante fuera Felipe Cervera Hernández.

En cuanto a Enrique Peña Nieto, su triunfo representa el regreso del PRI al Gobierno. Ha dicho que no es un retorno al pasado, a ese PRI al que me he referido. Hay que darle el beneficio de la duda. Hoy tenemos instituciones sólidas que no le permitirán excesos al próximo Presidente.

En medio de todo esto, lamento que haya políticos que no sepan perder y que, por lo mismo, no podrán nunca disfrutar una victoria, si es que la tienen alguna vez. También lamento el que aún haya quienes le tengan fobia al PRI y a los políticos.

Yo he superado mi trauma de niño, puedo dormir tranquilo.

Mérida, Yuc., 9 de julio de 2010