viernes, 31 de enero de 2014

La camioneta que "circula" por rumores


31 de enero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo

Considerados como historias que ocurren en un plano paralelo al nuestro, en donde lo improbable se hace probable, los mitos urbanos han existido desde hace años e incluso se han llegado a considerar como hechos verdaderos.

Aparecen y desaparecen de repente, sin que se sepa bien a bien su origen y objetivo, siempre en forma coyuntural a algún hecho o asunto de actualidad. Uno de ellos fue el ‘chupacabras’, a principios de los 90, que de cuando en cuando reaparece, ya en una ciudad de México, ya en otro país.

Ahora el de moda es una misteriosa ‘camioneta’, en un inicio blanca y modelo Trafic, que circulaba en otros países, con un frigorífico en el que –se dice– los tripulantes guardan los órganos de sus víctimas, generalmente niños que sacrifican.


La historia, que se repite en otras ciudades mexicanas, llegó a Yucatán hace unas semanas pero con años de atraso –ya se conocía desde 2005 en Argentina–, corregida y aumentada, y no obstante que se ha desmentido por las autoridades, se sigue alimentando, como si existiera el deseo de que el mito se convierta en realidad, como en el cuento de Gabriel García Márquez “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”.

Lectores de las notas sobre la camioneta misteriosa, publicadas en SIPSE.com, desechan a priori los desmentidos y, más aun, con sus comentarios echan gasolina para que el rumor siga sobre ruedas. Sostienen que la mejor evidencia es la presencia de los retenes policiales, aunque éstos siempre se instalan periódicamente y en diversos lugares.

El asunto ha llegado al extremo de que, en Tizimín, una mujer acudió a recoger a su hijo a la escuela armada con una escopeta, ante la narración del menor de que un hombre pretendía llevárselo. Y en Acanceh, para ocultar una cita con el novio, una joven inventó que los de la camioneta intentaron secuestrarla.  


Lo cierto es que “la camioneta blanca que secuestra niños para sacarles los órganos” NO circula en Yucatán; circulan rumores, y es irresponsable propalarlos porque nos hacen vulnerables… o vaya a resultar que “algo malo suceda en este pueblo”.

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Nota: Publicado el 31 de enero de 2014 en el periódico Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com. 

viernes, 24 de enero de 2014

Códigos de Templarios michoacanos

24 enero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo

“Si, por desgracia, yo traicionara mi juramento, ruego ser ejecutado por la orden como un traidor”, reza el código de los Caballeros Templarios de Michoacán, divulgado en julio de 2011 por The Associated Press, lo que confirma que se dejó crecer a este grupo delictivo, y ahí están las consecuencias.

El surgimiento del grupo criminal se ubica el 8 de marzo de 2011, y se atribuye a Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, y Enrique Plancarte Solís, “El Kike”. Su misión principal era “proteger a los habitantes y al territorio sagrado del Estado libre, soberano y laico de Michoacán”.

El libelo que contiene los "postulados" de los Templarios. 

Partes medulares del juramento (página 22 del código, que difundió AP) señalan: “Juro combatir la injusticia y socorrer a mi prójimo. Juro respeto a las damas, veneración a las madres, protección a los niños y a los ancianos, asistencia a los enfermos y a los necesitados”.

Sin embargo, desertores de los templarios han revelado que la conducta de los líderes dista mucho de sus postulados: “Decían que no se debía maltratar a las mujeres y lo hacían; que no había que llevarse niñas y también lo hacían; que no se dedicaban al secuestro y secuestraban’’, reveló a La Jornada un ex templario que pasó a filas de las autodefensas.

Ese código tiene reminiscencias de los postulados de la Orden DeMolay, formada tras la muerte de Jacques de Molay -último Gran Maestre de los templarios-, de los Rosacruces y de la Francmasonería, sociedades iniciáticas vigentes cuyos orígenes y fines pueden consultarse en diversos sitios de Internet.

De ahí que cuando el grupo michoacano comenzara sus andanzas, hubo mucha gente que, conociendo la historia de la Orden del Temple (su propósito era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén), rechazaba que se les llamara Caballeros Templarios.


Hoy, acotados por las fuerzas federales, los mal llamados templarios michoacanos han demostrado que los antivalores norman su conducta y que sus militantes esperan lealtad y obediencia absoluta... o la aplicación de su código.

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Nota: Publicado el 24 de enero de 2014 en el periódico Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com. 

viernes, 17 de enero de 2014

Un as en la seguridad de Yucatán

17 enero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo 

La seguridad que se vive en Yucatán no es casual. Mientras que en Michoacán (y otras entidades) las autoridades reaccionan ante los embates de la delincuencia organizada, en nuestro estado se construye todo un andamiaje para evitar situaciones como las que hoy enfrenta el Gobierno peñanietista en Tierra Caliente. Veamos.

Las autoridades saben que la ciudadanía confía en sus
instituciones y entiende los mecanismos de las leyes.
En el Plan Estatal de Desarrollo Yucatán 2012-2018, el gobernador Rolando Zapata Bello asumió como una obligación contar con una estrategia de PREVENCIÓN de los factores socioeconómicos que generen el delito, y se comprometió a trabajar en dos vertientes, una de ellas -que es la que nos ocupa- es la capacitación y profesionalización de las fuerzas de seguridad, que redundara en mayor eficiencia y mejora en las condiciones laborales de los policías.

Sin duda se han ido cumpliendo estas propuestas, ya que la capacitación de servidores públicos en el área de seguridad ha sido una constante, y paralelamente se ha reforzado a las corporaciones con más infraestructura, tecnología, armamento, equipo, vehículos y, no menos importante, un incremento en sus percepciones.

La instalación de más de medio millar de cámaras de videovigilancia en los 18 arcos carreteros de Mérida y puntos estratégicos del interior del estado son una muestra.

Todo ello se ha traducido en menores índices de violencia en Yucatán, como han destacado varios organismos nacionales e internacionales. (Solo un delito es el “lunar” en la ciudad de Mérida: el robo a casa-habitación, y parece focalizado hacia el poniente). Este reconocimiento también es para la sociedad, que hace su parte al denunciar delitos y facilitar la labor de las corporaciones policíacas.

Las autoridades saben que cuando la ciudadanía confía en sus instituciones de seguridad, entiende los mecanismos de las leyes y percibe a los servidores públicos como lo que son, guardianes de la paz y la tranquilidad. De estos hechos puede presumir Rolando Zapata Bello en su Primer Informe.

Lamentablemente, Michoacán no construyó esos mecanismos de prevención, y los propios ciudadanos crearon sus grupos de defensa, lo que a su vez obligó a las autoridades a una reacción que mantiene polarizados a los mexicanos.


Quienes vivimos en Yucatán, debemos, pues, valorar este clima de seguridad.

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Nota: Publicado el 17 de enero de 2014 en el periódico Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com. 

viernes, 10 de enero de 2014

Hora de abandonar el barco


10 enero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo

Como otros mandos de la Armada de México, el almirante Sergio Javier Lara Montellano experimentó en cabeza propia que no es lo mismo mandar un barco o una institución naval que una fuerza policial, y menos en un estado donde campea la inseguridad.

El pasado martes, el almirante retirado renunció al cargo de secretario de Seguridad Pública de Guerrero, un hecho que se asocia con el incremento de violencia registrado en esa entidad y que en los últimos días dejó 15 muertos en menos de cinco días en penales de Iguala, Chilpancingo y Acapulco, como ha documentado Milenio Novedades.

Lara Montellano fue el tercer titular de la SSP en la administración de Ángel Aguirre Rivero. A su llegada creó la Fuerza Estatal, que reúne a todos los elementos que acreditaron la certificación ordenada por el gobierno federal.

Sin embargo, no fue suficiente y en unos siete meses el jefe naval abandonó el barco sumándose a otros que no han podido registrar acaecimientos relevantes en sus bitácoras y obtener el reconocimiento a su labor.

Como nunca antes, hay muchos militares al frente de la seguridad en varios estados, principalmente del centro hacia el norte del país; los del Ejército han salido mejor librados que los de la Armada, pero también han sufrido bajas.

El almirante retirado Sergio Javier Lara Montellano... pero qué necesidad.
Esa creciente participación de marinos en labores de seguridad pública no pasa inadvertida para la Secretaría de Marina, que estableció en su Plan Sectorial 2013-2018 que “la institución (también) debe estar preparada para la defensa del país en nuestro ámbito de competencia que es el mar”.

Pero no hay para cuándo los soldados y marinos regresen a sus cuarteles, y menos cuando se demora en comenzar a operar la Gendarmería (lleva ya retraso de un año) y la certificación de policías está inconclusa, pese a que se destinan millonarios recursos.

En paralelo, crece el surgimiento de autodefensas o policías comunitarias ante lo que se percibe como un impasse en la lucha contra la delincuencia organizada.

 Como otros mandos de la Armada de México, el almirante Sergio Javier Lara Montellano experimentó en cabeza propia que no es lo mismo mandar un barco o una institución naval que una fuerza policial, y menos en un estado donde campea la inseguridad.

El pasado martes, el almirante retirado renunció al cargo de secretario de Seguridad Pública de Guerrero, un hecho que se asocia con el incremento de violencia registrado en esa entidad y que en los últimos días dejó 15 muertos en menos de cinco días en penales de Iguala, Chilpancingo y Acapulco, como ha documentado Milenio Novedades.

Lara Montellano fue el tercer titular de la SSP en la administración de Ángel Aguirre Rivero. A su llegada creó la Fuerza Estatal, que reúne a todos los elementos que acreditaron la certificación ordenada por el gobierno federal.
Sin embargo, no fue suficiente y en unos siete meses el jefe naval abandonó el barco sumándose a otros que no han podido registrar acaecimientos relevantes en sus bitácoras y obtener el reconocimiento a su labor.

Como nunca antes, hay muchos militares al frente de la seguridad en varios estados, principalmente del centro hacia el norte del país; los del Ejército han salido mejor librados que los de la Armada, pero también han sufrido bajas.

Esa creciente participación de marinos en labores de seguridad pública no pasa inadvertida para la Secretaría de Marina, que estableció en su Plan Sectorial 2013-2018 que “la institución (también) debe estar preparada para la defensa del país en nuestro ámbito de competencia que es el mar”.

Pero no hay para cuándo los soldados y marinos regresen a sus cuarteles, y menos cuando se demora en comenzar a operar la Gendarmería (lleva ya retraso de un año) y la certificación de policías está inconclusa, pese a que se destinan millonarios recursos.

En paralelo, crece el surgimiento de autodefensas o policías comunitarias ante lo que se percibe como un impasse en la lucha contra la delincuencia organizada.

Parece cierto aquello de que “hay que conocer el pasado para entender el presente”.

Anexo “1”

Seguimos sin entender…


En los Acaecimientos del 17 de mayo de 2013, sobre “Seguridad en manos de militares”, apuntamos: “Nunca hemos entendido el porqué marinos y soldados aceptan –¿o buscan?– formar parte de cuerpos policiales. En la Armada se consideraba que era un retroceso en sus carreras, dicho esto con el respeto que nos merecen los buenos policías”.

“Pero la incrustación de militares en esas labores no es reciente. Desde hace décadas se les ha comisionado en labores de seguridad pública y actualmente varios cumplen esa responsabilidad en algunos estados. Los hay también quienes fungen, con acierto, como asesores en dependencias estratégicas, como Pemex y CFE.

“Sin embargo, en años recientes no han salido bien librados quienes han optado por ser comandantes o directores de seguridad pública. Quintana Roo es un ejemplo con dos almirantes: Gerardo Olavarrieta León (que se vio obligado a dejar el puesto) y Miguel Ángel Ramos Leal; actualmente hay un general, y ya ultimaron a otro.

“Un caso excepcional es el del contralmirante Manuel Mondragón y Kalb, actual comisionado nacional de Seguridad, a cuya trayectoria ya nos hemos referido. (…)

“Y apenas el miércoles se anunció que el almirante Sergio Javier Lara Montellano, quien dejará de ser comandante de la Octava Región Naval al pasar a situación de retiro, será el secretario de Seguridad Pública de Guerrero, donde la violencia se ha enquistado”.

Nota: Publicado el 10 de enero de 2014 en el periódico Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com. 

viernes, 3 de enero de 2014

Requisitos: Cartilla liberada

3 de enero de 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo

Hasta hace unos 20 años, la Cartilla del Servicio Militar Nacional (SMN) liberada era un requisito indispensable para realizar varios trámites, entre ellos, viajar al extranjero, conseguir empleo, registrar título y cédula profesional o casarse por el civil.

Creada en 1938 y promulgada en 1940, la Ley del Servicio Militar Nacional declaró “obligatorio y de orden público el servicio de las armas para todos los mexicanos” (varones); en 1942 entró en vigor y la primera generación de conscriptos la integraron los nacidos en 1924.

En los años 60 y 70, era común ver los domingos a cientos de jóvenes uniformados de caqui, botas  y cuartelera acudir a “marchar” para obtener la liberación de la Cartilla, que luego se exhibía como timbre de orgullo.

En instalaciones militares y navales recibían acondicionamiento físico, instrucción de orden cerrado, ética y legislación militar, y manejo de armamento reglamentario. Se juraba Bandera el 5 de Mayo. Todos acudían impecables ese día, y también el de la liberación.

Todos los jóvenes que liberaban sus cartillas integraban (como hasta ahora) las reservas del Ejército y la Marina. La Armada incluso llegó a tener Compañías del SMN integradas por voluntarios, que acudían a las sesiones de instrucción portando uniformes y sus grados honoríficos. Muchos optaron por darse de alta.

Los primeros conscriptos sí cumplían con el programa del SMN 

Sin duda, el SMN –que desde 1980 se realiza los sábados– ha perdido su esencia: ahora básicamente se trata de servicio social, el adiestramiento con armas pasó a segundo plano. Los conscriptos portan playera blanca, pantalón de mezclilla y gorra con las abreviaturas SMN. Además, gran número de jóvenes que llegan a los 18 años no cumple con el servicio gracias a que en el sorteo obtienen bola negra que los deja “en reserva”.

Quizás por eso la Sedena convoca ahora a obtener la liberación de la cartilla en tres meses en sus cuarteles (de lunes a sábado), otorgando a los interesados 130 pesos semanales. Consideramos que esta medida busca motivar a los jóvenes a abrazar la carrera de las armas, y servirá al Ejército como un primer filtro para seleccionar a quienes tengan aptitud y vocación para la milicia.

De hecho, la Ley del SMN también establece otra forma de liberación: servir en el Ejército o la Marina un año en filas. Hubo muchos que con esta intención ingresamos a las Fuerzas Armadas… y  nos quedamos toda una vida.

¡Feliz año 2014!

* * * * *

Anexo "1"

Pasaporte para lo prohibido

Cuando somos adolescentes corremos prisa por llegar a la mayoría de edad. Lo que ahora es una urgencia por obtener la credencial del IFE, que demuestra que ya somos ciudadanos, antes lo era con la Cartilla del Servicio Militar Nacional.

Para los jóvenes de mi generación, tener la Cartilla era como poseer un pasaporte para lo ‘prohibido’ de aquel entonces: entrar al billar, a la cantina, al cine de ‘ficheras’ o… al burlesque. Sentirnos hombres, pues.

–¿Ya tienes cartilla, chamaco? –preguntaban quienes franqueaban la entrada a esos lugares.

Confieso que nunca necesité de mi Cartilla. Me bastó con la credencial de la Armada, como hasta la fecha.

Recuerdo que todo el trámite para obtener la Cartilla lo hicieron por mí en la Escuela de Grumetes de la Armada, en Veracruz. Todos éramos anticipados, pues teníamos entre 16 y 17 años.


Un día nos llamaron a cada  uno, firmamos el documento, estampamos la huella y nunca más volví a verla sino hasta 1994 cuando, comisionado en la Secretaría de Marina, la solicité y me la entregaron liberada… habían pasado 21 años desde que llegué “solo un año para liberarla”.

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Nota: Publicado el 3 de enero de 20114 en mi columna Acaecimientos, en el periódico Milenio Novedades, y en la página SIPSE.com