24 enero 2014
Por: Daniel Uicab Alonzo
“Si,
por desgracia, yo traicionara mi juramento, ruego ser ejecutado por la orden
como un traidor”, reza el código de los Caballeros Templarios de Michoacán,
divulgado en julio de 2011 por The Associated Press, lo que confirma que se
dejó crecer a este grupo delictivo, y ahí están las consecuencias.
El
surgimiento del grupo criminal se ubica el 8 de marzo de 2011, y se atribuye a
Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, y Enrique Plancarte Solís, “El Kike”. Su
misión principal era “proteger a los habitantes y al territorio sagrado del
Estado libre, soberano y laico de Michoacán”.
El libelo que contiene los "postulados" de los Templarios. |
Partes
medulares del juramento (página 22 del código, que difundió AP) señalan: “Juro
combatir la injusticia y socorrer a mi prójimo. Juro respeto a las damas,
veneración a las madres, protección a los niños y a los ancianos, asistencia a
los enfermos y a los necesitados”.
Sin
embargo, desertores de los templarios han revelado que la conducta de los
líderes dista mucho de sus postulados: “Decían que no se debía maltratar a las
mujeres y lo hacían; que no había que llevarse niñas y también lo hacían; que
no se dedicaban al secuestro y secuestraban’’, reveló a La Jornada un ex
templario que pasó a filas de las autodefensas.
Ese
código tiene reminiscencias de los postulados de la Orden DeMolay, formada tras
la muerte de Jacques de Molay -último Gran Maestre de los templarios-, de los
Rosacruces y de la Francmasonería, sociedades iniciáticas vigentes cuyos
orígenes y fines pueden consultarse en diversos sitios de Internet.
De
ahí que cuando el grupo michoacano comenzara sus andanzas, hubo mucha gente
que, conociendo la historia de la Orden del Temple (su propósito era proteger
las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén), rechazaba que se les
llamara Caballeros Templarios.
Hoy,
acotados por las fuerzas federales, los mal llamados templarios michoacanos han
demostrado que los antivalores norman su conducta y que sus militantes esperan
lealtad y obediencia absoluta... o la aplicación de su código.
***
Nota: Publicado el 24 de enero de 2014 en el periódico
Milenio Novedades que se edita en Mérida, y en el sitio SIPSE.com.
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