Hay decisiones que pueden ser fatales, como la caída del helicóptero Black Hawk UH-60 de la Fuerza Aérea Mexicana en Jamiltepec, Oaxaca, y que provocó la muerte de al menos 13 civiles.
Foto de la AFP que muestra cómo quedó el helicóptero Black Hawck de la Fuerza Aérea Mexicana al estrellarse en Jamiltepec, Oaxaca. |
La caída del helicóptero Black Hawk UH-60 de la Fuerza Aérea Mexicana en Jamiltepec, Oaxaca, la semana pasada, y que provocó la muerte de al menos 13 civiles ha dejado varias dudas no despejadas, a pesar de que el titular de Sedena asumió la responsabilidad y explicó que la hora en que se pretendió aterrizar y el polvo levantado por el aparato desorientaron al piloto. Fuentes cercanas al círculo militar señalan que el piloto, su tripulación y el jefe del escuadrón serán procesados.
Lo
que no se ha dicho es quién tomó la decisión de autorizar el vuelo. Pero es
obvio que el pasajero de mayor jerarquía política era el titular de Segob,
Alfonso Navarrete Prida, cuya vida y la de los demás tripulantes estuvo en
riesgo. Recordemos que el secretario de Gobernación de Felipe Calderón, Francisco Blake Mora, falleció el 11 de
noviembre de 2011, cuando volaba a Cuernavaca en un helicóptero Puma TPH06 del
Estado Mayor Presidencial; Blake relevó a Juan Camilo Mouriño, quien murió el 4
de noviembre de 2008, al estrellarse en un avión Learjet 45 en la ciudad de
México.
Y
es que hay decisiones que pueden ser fatales. Recuerdo que en 1974, época de
ciclones en el Pacífico, tras un mes de vigilancia en el mar patrimonial en la
frontera de Chiapas con Guatemala, en el Guardacostas “Ignacio L. Vallarta” era
parte de la tripulación de un centenar de marinos; debíamos retornar a nuestra
base en Acapulco, pero antes, repostar en Salina Cruz, Oaxaca.
El jefe de la Estación
de Radio entregó al comandante, un Teniente de Navío, el reporte meteorológico
que indicaba la cercanía de un ciclón; era preferible no arrumbar a Salina
Cruz, pero pensó que podía ganarle a la naturaleza y tomó la decisión… sus
motivos tenía, pero esa es otra historia.
Y
vinieron las consecuencias. Al entrar al área de influencia del meteoro, el
buque fue arrojado a varias millas lejos de la costa y una noche las máquinas
pararon; sin sistema de gobierno, el barco de casi 68 pies de eslora se mecía
en el mar como cáscara de nuez y estuvo a punto de zozobrar.
¡Prepárense para
abandonar el buque!, fue la orden que recibimos. Por fortuna, no ocurrió.
Varios días después, casi sin víveres ni agua potable, avistamos de nuevo la
costa adelante de Acapulco, en Papanoa.
El
comandante estaba asustado, sabía que puso en peligro su barco y a su
tripulación. No hubo consecuencias, pues terminó su ciclo de mando en esa
unidad y culminó su carrera como almirante.
Enfrentó a la muerte
Veinte
años después, encontré en la Secretaría de Marina a quien fuera Jefe de la
Radio, Omar Vargas de Ita, ya capitán en retiro, y me recordó el episodio, confirmando el boletín
meteorológico que entregó al comandante. Años después, ya siendo almirante, aquel
comandante del "Vallarta" tomó otra decisión que marcaría de nuevo su
vida, y no fue en altamar: La tarde del 5 de marzo de 2006, en la ciudad de
México, enfrentó y mató con pistola a un ladrón que intentó despojar a una
mujer de su camioneta. Recibió cuatro balazos, estuvo grave, pero sobrevivió.
Tengo para mí, que con esta acción pagó aquella decisión errónea de 1975.
P.D.
José Luis Gutiérrez Hoz, un compañero en ese buque, recuerda que, al agotarse
los víveres, "dos tortillas de Minsa con dos cucharadas de frijol cocido y
un cacharro de café negro era nuestra ración dos veces al día. No teníamos
energía eléctrica, ni propulsión. Yo de metiche, ya sabes, con el oficial de
faenas allá en timonería, echando a andar el gobierno mecánico de acuerdo con un
diagrama que teníamos en el Detall. Estábamos a menos de una milla para entrar
al puerto de Salina Cruz, Oaxaca. El barco no avanzaba pues teníamos el norte
como de 130 k/h en proa".
Y
todo por una mala decisión...
***Publicado en el periódico Milenio Novedades.
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